Tiemblo cada vez que tengo que tratar con un funcionario, es como si te echaran una maldición:

  • De entrada tienes pocas esperanzas de poder hacer el trámite a la primera, sin que te toque volver n-mil veces a tratar con el/la individu@ en cuestión.
  • Una vez te decides a intentarlo, siempre te queda la duda de si ir al edificio público en el que ejerce su profesión o si acudir directamente a la cafetería de al lado (lo cual me hace reflexionar si su profesión es aquella por la que recibe un sueldo, o la que ejerce donde pasa la mayor parte de su jornada laboral… puede ser un tema de reflexión bastante interesante).
  • Por último, si has tenido suerte, los astros se encuentran en la conjunción adecuada y encuentras al funcionario en su sitio, tienes que poner la sonrisa más agradable para que el/la personaje, con su cara de estreñido (o de “deja de joderme, que yo a ti no te voy a buscar a tu trabajo y me pongo a darte por el culo”), se digne a darte un trato poco despreciable y a conseguir un mínimo de información, que con suerte, puede llegar a ser hasta útil (porque hay veces que se contradicen, o mejor aún, se dedican a pasarse la pelota, osea tú, de unos a otros).

Posibles motivos de que esta gente se comporte de este modo:

  • Porque no les gusta lo que hacen: pues tuvieron que estudiar bastante tiempo y disputárselo entre muchos para conseguir lo que tienen, por lo que estoy más que seguro que conocían lo que se iban a encontrar (tal vez, con toda la idea, de tocarse las pelotas durante los restos).
  • Porque el sentimiento de seguridad y de ser intocables en el trabajo les hace descuidarlo: poco más que decir, si no rindes cuentas a nadie y tampoco te motiva lo que haces, es obvio que cada vez lo vas a hacer peor y con menos ganas (siempre existe la posibilidad de que se dejen el trabajo, pero también existe la posibilidad de que llueva hacia arriba).

Concretando, todo esto se solucionaría eliminando la permanencia asegurada de un funcionario en su puesto de trabajo e implantando unos controles y seguimientos de los rendimientos de su trabajo. ¿Por qué no se hace? Pues porque seguramente lo tendría que tramitar un funcionario y es probable que se le fundieran los sesos al intentar averiguar qué impresos son necesarios.

Como bien dice mi padre, un funcionario es alguien que hace un esfuerzo en un momento de su vida y se pasa el resto de ella descansando. O como dice un amigo funcionario, que entran a las 8 al puesto de trabajo, pero trabajar nunca se sabe a qué hora se comienza (igualito que en mi empresa 🙁 )

Y es que francamente, ¿quién no ha pensado que la tarea que realizan 5 funcionarios administrativos la podrían hacer perfectamente 1, como mucho 2, personas trabajadoras como cualquiera? Da la sensación que cuando entran les hacen un test de aptitud y a los que lo superan les rechazan para el puesto (de hecho, el amigo que he comentado justo antes, fue acusado de trepa por sus compañeros funcionarios porque rendía demasiado 😮 !?!?!?!?! 😮 ).

Nota: he intentado referirme concretamente a funcionarios de caracter administrativo, de los que te atienden tras un mostrador o mesa, aunque, por sorprendente que parezca, estoy convencido que hay funcionarios de gran calidad tanto personal como profesional, por lo que tampoco es correcto generalizar.