Tiemblo cada vez que tengo que tratar con un funcionario, es como si te echaran una maldición:
De entrada tienes pocas esperanzas de poder hacer el trámite a la primera, sin que te toque volver n-mil veces a tratar con el/la individu@ en cuestión. Una vez te decides a intentarlo, siempre te queda la duda de si ir al edificio público en el que ejerce su profesión o si acudir directamente a la cafetería de al lado (lo cual me hace reflexionar si su profesión es aquella por la que recibe un sueldo, o la que ejerce donde pasa la mayor parte de su jornada laboral… puede ser un tema de reflexión bastante interesante).