Al final todo lo bueno llega a su fin, y las fiestas de la Magdalena no han sido una excepción. Tras 10 días de frío y sufrimiento por pasarlo bien, volvemos a la rutinaria vida del trabajo diario. En general han estado bastante bien, aunque como siempre, he acabado bastante “quemado” con la organización y lo elitistas que pueden llegar a ser, pero bueno, prefiero no escribir sobre ello, no creo que ni tan siquiera lo merezcan.

Aunque lo que sí que voy a denunciar es la fatal organización que hubo durante el acto de la Magdalena Vítol, el cual tras retrasarse durante casi tres cuartos de hora, se extendió casi una hora más, gracias a una pobre actuación teatral, en la cual no se tuvo en cuenta el estado meteorológico (que no es que acompañara mucho) y que casí hace acabar a una actriz que estaba colgada en un globo-luna, acabar en la punta del Fadrí. Pero lo peor estaba aún por llegar cuando a los organizadores les dio por lanzar un mini-castillo de fuegos artificiales hacia el público lo que produjo la consecuente avalancha de gente y sus correspondientes heridos y daños colaterales. Además, y para más inri, una carcasa cayó justo al lado de donde estabamos nosotros, causando una escena un tanto dantesca. Las consecuencias, pues mi amigo Héctor con una ampolla en el cuello, Guillermo oliendo a pollo quemado y yo con un par de quemones en la chaqueta. El resto de gente que venía con nosotros creo que salió más o menos intactos, salvo por el mal rato pasado.

Creo y espero que será dificil de mejorar en próximos años, aunque si hay algo que no deja de sorprenderme año tras año son los organizadores y sus geniales ideas festivas. A ver con que nos premian en el 2006.